Archivo mensual: septiembre 2013

El poder terapéutico del aprendizaje colaborativo

Me siento llena de energía y vitalidad, como si me hubiera sometido a una cura de desintoxicación contra todo aquello  que te estanca por dentro, haciéndote girar sobre el mismo punto sin avanzar…y sé las razones de esta deliciosa sensación.

En primer lugar, por qué no reconocerlo, porque me encanta ponerme a tiro para que me sucedan estas cosas y absorber cada gota de la experiencia, seguir mi intuición y asumir retos sin miedo.

Ello me llevó a participar hace una semana en el primer taller formativo de Disciplina Positiva en España, una propuesta educativa que me cautivó desde el minuto cero, apenas comencé a leer las impresiones de Jane Nelsen sobre los perjuicios del castigo y las recompensas, la eliminación total de la violencia física y emocional en la educación, los errores como oportunidades para aprender, de la necesidad de conectar con los niños desde el máximo respeto hacia ellos y a nosotros mismos, la colaboración como medio para una convivenvia constructiva…

Encontré su libro sobre Disciplina Positiva en la Biblioteca estatal de Las Palmas de Gran Canaria, sumergida en la búsqueda de bibliografía para los contenidos del curso sobre Estrategias de aprendizaje colaborativo que como ya he comentado estoy elaborando (lleva mucho tiempo), y aunque no estaba directamente relacionado con lo que buscaba en ese momento, no pude evitar incluirlo entre los libros que me llevé a casa para profundizar en ellos.

Y cómo se van tejiendo las cosas… al final, realizar este taller ha significado una experiencia de aprendizaje colaborativo de esas que reúnen todas las bondades que con tanto ahínco trato de explicar en el curso, con el objetivo de que los alumnos crean en ello, lo practiquen y lo apliquen posteriormente como docentes.

Realmente me doy cuenta de que ya desaprendí  aprender de otra manera que no sea trabajando en equipo, de forma  colaborativa, viviendo la experiencia de dentro hacia fuera, desde la libertad y el vértigo, y con la certeza de que finalizado el periodo formativo, queda de mi mano expandir el conocimiento adquirido.

Estoy convencida de que la experiencia no hubiera sido tan intensa ni gratificante si las «facilitadoras» Gigi y Gina, hubieran planteado el taller bajo otra metodología, de hecho, no imagino otra manera de aprender sobre Disciplina Positiva. Su trabajo fue inspirador y alentador, aunando emoción y razón.

Y cuando aprendes así, colaborando y compartiendo, el sentido de pertenencia al grupo, de significancia…, clic!, se enciende en ti…y cual niño que se encuentra en paz en ese estado (tal como recalca la Disciplina Positiva),  tu «yo» de adulto también se calma, dejando espacio a la renovación, a que entre aire fresco en tus ideas, tus ilusiones…Eso es terapéutico, es sano…

Por todo ello y muchísimo más… mil gracias a mis 25 compañeras y las dos «craks» de profes que tuvimos, siempre hubiera sido el momento perfecto para conoceros.

Foto grupo DP

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septiembre 28, 2013 · 9:53 am

Las razones del aprendizaje colaborativo

Repasando los contenidos que sirven de introducción al curso e learning en el que trabajo sobre Estrategias de aprendizaje colaborativo, me apeteció recordar las razones por las cuales esta manera de enfocar el aprendizaje debe ir ganando terreno ante las viejas prácticas, y siendo complemento de multitud de modelos educativos que buscan igualmente el desarrollo de las personas a través de afianzar tanto su individualidad y autonomía como una sana interacción con los demás.

acolaborativo

El aprendizaje colaborativo emana de una concepción constructivista del aprendizaje, una corriente de pensamiento que nació a mediados del siglo XX en la que participaron filósofos, pedagogos y educadores, psiquiatras, físicos, matemáticos, biólogos, psicólogos, sociólogos, lingüistas…

Se considera que el primer constructivista fue Giambattista Vico, y entre sus máximos exponentes de manera muy resumida se podrían citar a Ernst von Glasersfeld, Jean Piaget y Lev Vygotski.

De manera casi poética, la cita de Gerald M. Edelman representa el espíritu constructivista: “Cada acto de percepción es, a cierto grado, un acto de creación, y cada acto de memoria es, a cierto modo, un acto de imaginación”.

Las dos ideas esenciales que comparten las teorías constructivistas de la enseñanza son que el aprendizaje es un proceso activo de construcción por parte del sujeto, más que de adquisición de conocimientos, y que la enseñanza es el proceso de apoyo de dicha construcción, más que la transmisión o comunicación de conocimientos (Duffy y Cunningham, 1996)[1].

El enfoque constructivista se opone a la teoría cognitivista del procesamiento de información; dado que considera que la realidad no es ni única, ni objetiva ni independiente a quien la busca describir y explicar. El sujeto construye activamente herramientas y símbolos propios para manipular de manera concreta (física) y abstracta (semántica) el mundo externo y su concepción de sí mismo[2].

Es decir, defiende que es el propio alumno quien construye su propio conocimiento a partir de un proceso interactivo en el que el papel del profesor es mediar entre el alumno y los contenidos, y plantea la posibilidad de que en determinadas circunstancias, los alumnos puedan protagonizar este papel mediador. Los alumnos también aprenden unos de otros[3].

Esta interacción entre los diferentes agentes educativos que también caracteriza al aprendizaje colaborativo, incide de manera positiva en aspectos como[4]:

-El proceso de socialización.

-La adquisición de competencias sociales.

-El control de los impulsos agresivos.

-La relativización de los puntos de vista.

-En incremento de las aspiraciones y del rendimiento académico.

-etc.

Algunas de las cuestiones que hay que tener en cuenta para alcanzar estos beneficios son[5]:

-La necesidad de activar las estructuras previas de los alumnos. En consecuencia, el maestro debe conocer estas estructuras, puesto que ellas son la base con la cual la nueva información será contrastada.

El adquirir conocimiento conlleva comenzar por el todo para llegar  a las partes, una vez que el todo inicial sea comprendido.

-La comprensión del conocimiento implica procesos de exploración  y examen de todos los matices del nuevo conocimiento. Los alumnos necesitan compartir las estructuras emergentes con otros que puedan criticarlas y, en consecuencia, ayudar al que está aprendiendo a refinar sus propias estructuras.

-El uso del conocimiento a través de una auténtica resolución de problemas.

El aprendizaje colaborativo también se nutre de la teoría sociocultural, derivada de las ideas de Vigotsky, en la que el concepto de la interacción social se ve como un mecanismo para el desarrollo.

Mientras la corriente Piagetiana plantea la contradicción y el conflicto con grupos moderadamente divergentes para la cooperación, la perspectiva sociocultural subraya la colaboración y propone los grupos homogéneos para propiciarla, así como las relaciones tutoriales para la mediación[6].


[1] Citado en Castañeda, L., Adell, J. (2013)

[3] Monereo, Durán. (2002)

[4] Coll, Colomina. (1990)

[5] Para profundizar, leer completo el artículo de Araceli de Tezanos “Constructivismo: un largo y dificultoso camino desde la investigación al aula de clase”. Disponible en:

 http://www.segciencias.com.ar/tezanos1.htm

[6] Monereo, Durán. (2002)

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